miércoles, diciembre 16, 2015

BESTIA

Miércoles, 25 de Noviembre
15:40 pm

Hace unos meses, atrapado en el abismo de la dependencia cuyo tipo no cabe mencionar, un semejante cercano me habló de la salida...

Escapar lleva sacrificios, porque la suerte no se cosecha, se fabrica.














Fue entonces cuando se refirió a un ser desconocido, 
un ser anónimo que cumplía cualquier deseo,
a cambio de una ofrenda significativa para el favorecido.

Luego de un viaje largo y una travesía costosa,
llegue al lugar donde yacía el sujeto.

Un ambiente pesado y lúgubre consumía mi ser con cada paso.

Cuando las palpitaciones se dispararon, el sudor se impregnaba y la respiración casi cesaba, pude verlo (o más bien verla) finalmente.

No tenía rasgos humanos, y su postura de espaldas daba una sensación de necesidad de compañía.

Cuando notó mi presencia, giró y preguntó qué buscaba.
Respondí que lo mismo que todos aquellos que le habían encontrado antes:



Un deseo

Le hice saber que quería hallar la salida y cualquier sacrificio que pida por ella valdría la pena.
Bajó la cabeza y me observaba con detalle mientras subía la mirada.

-Accedió-

Me miró a los ojos con los suyos, enormes y de un amarillo rojizo; dijo que si quería libertad, tendría que sacrificarla primero. 

Ser su sirviente hasta la noche de la aurora, y sin conocer el día de la manifestación de la misma había sido su imposición.

Desencajado, y en un ambiente donde no se podía divisar el cielo, debido a la neblina espesa y los árboles gigantes, la bestia demandaba tareas repetitivas e incoherentes en jornadas enteras o excesivas.

Durante madrugadas innumerables y con la ausencia de luz solar cumplía sus caprichos; al inicio no importaba el tiempo de llegada del día 0, pero aquella despreocupación se diluía con cada agotamiento.

Fue entonces cuando confronte a la bestia...

¡Quería saber cuando llegaría el día de la aurora!. Por primera vez sus enormes ojos se entrecerraron, me dió la espalda negándose a responder.

Una sensación de inconformidad hacia su reacción me impulsó a continuar cuestionándola hasta que luego de horas incesantes, sin respuesta alguna, se echó a dormir.

Cinco días pasaron, sin tareas, sin mandatos y sin respuestas, supe  entonces que no me lo diría nunca.

Ella sabía que no iba a irme porque la había considerado mi única puerta. Aquel conflicto interno me impulsaba hacia atrás y adelante simultáneamente.

Decidí dejarla...

Al notar que me alejaba de  su vista, el sonido de carcajadas ásperas me hicieron voltear; su risa frenética llena de egocentrismo y sus palabras, aquellas palabras que dijo, las mismas "recordaban" mi fracaso y mi rendición.

Su risa cesó al notar una curva en mis labios, entrecerrando los ojos por segunda vez, fue ella quién cuestiono el por qué en esta ocasión.





















Y es que no habían signos de un ser vencido en mí, había encontrado una nueva puerta, una exclusiva e intocable, porque la mejor forma de salir es mirar hacia dentro de uno mismo.

Había emprendido la búsqueda en dependencia, culminé encontrando la respuesta desprendiéndome de ella.

(Tres semanas)


Créditos a los artistas:
http://goo.gl/vv4akY
https://goo.gl/22walm
http://goo.gl/tXBOeC

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